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Iluminación y arquitectura

Estamos construyendo nuestra vivienda. Si lo hemos hecho bien, le habremos dado muchas vueltas, habremos analizado los pros y contras de multitud de factores que intervienen en el proceso de proyectar. Por supuesto estudiaríamos el soleamiento, dándole mucha importancia a la luz natural, como no podía ser de otra manera, y esta tendrá seguramente mucho que ver con la forma, con la ubicación en la parcela, con las alturas, habrá sido, al fin y al cabo un condicionante importante en el resultado final.

En la mayoría de los casos quedaremos una mañana con el electricista en la obra y en un par de horas decidiremos los puntos de luz y el tipo de iluminación de la vivienda. Aunque parezca mentira es lo que ocurre en la mayoría de los casos, lo que supone una clara contradicción con lo anterior. Si damos por supuesta la importancia de la luz natural a la hora de proyectar una vivienda, por qué no hacemos lo mismo con la luz artificial si, como sabemos, hay tantas horas de luz como de falta de ella, e incluso más horas de falta de luz e determinados meses del año, además de que, en muchos casos, las horas en las que se habita la vivienda son precisamente en su mayoría, horas de ausencia de luz natural.

La luz artificial estará por tanto presente durante muchas horas del día y condicionará los espacios hasta el punto de modificarlos. Al igual que la luz norte aporta matices distintos a la de cualquier otro punto cardinal, haciéndola adecuada para algunos espacios y poco convenientes para otros, al igual que los distintos materiales y sus acabados pueden llegar a dar una apariencia completamente distinta a una estancia, pensemos en como simplemente el color de la pintura puede aumentar o reducir el tamaño, al menos aparentemente, o en como puede aportar calidez o frialdad en función del color y el tono elegidos, pues de la misma forma la luz artificial también condicionará el resultado final de un espacio.

Conseguir el objetivo que se busca no es tarea fácil, al tratarse de un tema muy específico y por supuesto complejo, dada la enorme cantidad de posibilidades que se nos presentan. Por ello parece cuando menos razonable dejarse aconsejar por un profesional, que nos aportará las soluciones para conseguir el objetivo deseado. Si bien, como punto de partida, hay dos aspectos fundamentales para decidir y solucionar. Por un lado hay que decidir la forma de iluminar cada una de las estancias, barajando todas las posibilidades: lámparas colgadas del techo, empotradas, apliques de pared, proyectores,  iluminación indirecta, lámparas de suelo y muchas otras más. Esto lo deberíamos hacer teniendo en cuenta los diferentes tipos de iluminación que según su funcionalidad y necesidades específicas se podrían agrupar en cinco:

  • Iluminación de ambiente: designa la iluminación general de una estancia, iluminada en todo su volumen
  • Iluminación puntual: se limita a un lugar particular, es una luz suplementaria dirigida a un punto concreto y que deja otros lugares en sombra.
  • Iluminación decorativa: es una iluminación puntual para destacar elementos decorativos con la que se puede modelar volúmenes y crear sombras.
  • Iluminación funcional: Se adapta a las distintas actividades de la casa con un papel funcional de comodidad y seguridad.
  • Iluminación cinética: luces vivas que permiten crear iluminación en movimiento. Luz más débil y más calurosa como la de las velas o el fuego de la chimenea.

Luego habrá que decidir el tipo de luminaria para cada caso, y aquí todavía es más importante el asesoramiento profesional: incandescente, fluorescente, halógenas, leds, mercurio, halogenuros metálicos, vapor de sodio etc y cada una de ellas con sus diferentes potencias.

En definitiva, se trata de un tema lo suficientemente importante y lo suficientemente complejo como para tenerlo muy en cuenta y como para contar con el asesoramiento adecuado.