¿A que parece obvio? La importancia del proyecto como primera de las fases necesarias para llevar a buen puerto la aventura de construir, no parece algo ni siquiera discutible, ya se trate de construir un hospital, un aeropuerto, un parque de bomberos, una granja de visones o, por supuesto, una vivienda. Pues la experiencia profesional pone de manifiesto una y otra vez que, al menos en esta sociedad, no sólo no se le otorga la importancia que debiera sino que en muchas ocasiones, se le reduce a poco más que un mero trámite burocrático, uno más de los infinitos requisitos que la administración exige para poder construir una vivienda. Ni que decir mi opinión al respecto, craso error. Craso error en el inicio de la aventura y por lo tanto aventura avocada irremediablemente al fracaso.
El problema de no valorar el proyecto como se merece se traduce en la actitud que se toma ante él, simplificando ¿cuál es el mejor proyecto?, el más barato. Si considero que forma parte del engorroso papeleo y no le reconozco otras virtudes intentaré pagar por él la menor cantidad posible. Razonamiento lógico.
Ahora bien, esperar sentado a que entre por la puerta el cliente que sí valora el proyecto, y por tanto el trabajo de arquitecto, que por supuesto también los hay, no me parece que sea la actitud correcta. Al contrario, considero que es parte de nuestro trabajo hacerle ver al cliente su importancia, que si parece obvia, no debería resultar complicado hacerla visible. Por supuesto, entran aquí en juego multitud de factores, la capacidad de convicción y de comunicación por ambas partes, las ganas de escuchar al otro y muchas otras, pero habrá que intentarlo.
Creo sinceramente que no hay mejor forma de conseguir que un cliente deje de pensar que el mejor proyecto es el más barato, que mostrarle todas las ventajas que tiene afrontar esa aventura de construir una vivienda, estudiando todas las variables que tienen que ver con su parcela, con sus necesidades, con el entorno, con su forma de vida, con la economía de construcción, con el estudio energético, esto es ni más ni menos lo que significa hacer un proyecto. Se trata de mostrarle como haciendo las cosas de esta manera no sólo se conseguirá un resultado claramente mejor, desde todos los puntos de vista (Integración, funcionalidad, volumen, estética…) sino que además un buen proyecto suele aspirar a la optimización de la construcción, lo que se traduce en una optimización de la economía.
Por esto considero que dedicarle tiempo a la elaboración del proyecto supone una inversión que se materializa en un mejor resultado y esto requiere una maduración y dedicación que por supuesto no se consigue dándole el valor de trámite e intentando conseguirlo en el menor tiempo posible y al precio más barato que se pueda, al contrario, es esta actitud la que, por norma, acaba provocando incrementos de coste, por no haber previsto con antelación, todos los problemas constructivos de cuyo estudio se encarga un buen proyecto.
Resumiendo, habrá que conseguir que se deje de considerar que el proyecto no es más que un montón de papeles, de todos es sabido que el papel lo aguanta todo, y se pase a ver como lo que realmente es, el instrumento necesario para el desarrollo de la construcción e imprescindible en la búsqueda del buen resultado final, desde todos los puntos de vista y enfoques que le queramos dar.