Miguel


Luz en tiempos de oscuridad: ELEMENTAL

En medio del desánimo general, en medio de la corriente pesimista y monotema y, aun antes, en medio de la vorágine constructiva anterior y de la devoradora ansia por construir más y más con el fin del enriquecimiento, cuanto más y más rápido mejor, por parte de los promotores habituales y con el fin de satisfacer un ego a veces mucho más grande que lo construido, por parte de los arquitectos, surgen oasis de esperanza, personas que trabajan en dirección completamente opuesta. Personas que intentan utilizar este medio, la arquitectura, para solucionar problemas, para mejorar la vida de las personas, con una visión que va mucho más allá de la arquitectura tal y como la entendemos habitualmente y aglutina en su estudio lo necesario para gestionar conjuntamente proyectos urbanos que intentan solucionar el problema de vivienda de algunas zonas de Sudamérica con recursos económicos escandalosamente bajos para nosotros.Proyecto Emental

Conceptos como que construir mejores barrios, viviendas y equipamiento urbano es indispensable para el desarrollo y para romper círculos viciosos de inequidad en las ciudades. Construir los proyectos bajo condiciones de mercado y políticas públicas standard buscando “hacer más con lo mismo” para conseguir un salto cualitativo relevante. Entender por calidad, proyectos cuyo diseño asegure la valorización de la inversión en el tiempo , para dejar de considerarse meramente “gasto social”. Ocupar la ciudad como un recurso ilimitado para construir equidad.

Con estas inquietudes y estos objetivos trabaja un estudio de arquitectura chileno que supongo conoceréis: ELEMENTAL, dirigido por Alejandro Aravena. Las inquietudes por el urbanismo y la vivienda social se plasman en proyectos llevados a buen puerto, la Quinta Monroy es un buen ejemplo de ello, y además han tenido ya el reconocimiento del mundo de la Arquitectura con premios como el Leon de Plata d la bienal de Venecia o la elección de Alejandro Aravena como jurado del premio Pritzker, lo cual abre un atisbo de esperanza, cuando ya pensaba que eso que hemos bautizado como “arquitectura espectáculo”, iba a acabar por envolverlo todo vaciando a la arquitectura de lo fundamental para convertirla en fuegos de artificio, en donde el alarde tecnológico prima sobre todo lo demás, sobre la búsqueda de espacios para ser habitados que mejoren nuestra vida y sobre la posibilidad de que estos espacios lleguen a cuanta más gente mejor, vivan donde vivan.

En resumen, hay esperanza. Esperemos que, poco a poco, este tipo de arquitectura se acabe imponiendo. Es la arquitectura que, creo, tiene sentido como tal y por la que deberíamos pelear entre todos. Sería una buena forma de dignificar esta profesión.


Como desacreditar una profesión… las OCT

“La losa de cimentación tiene que tener un mínimo de 40 cm”, ¿y eso por qué?, “es un acuerdo al que hemos llegado con las compañías aseguradoras”.

                Este es mi último encontronazo con mis estimadas OCT, uno más de una larga lista. No os cuento nada que no sepáis, si os dedicáis a este enrevesado mundo de la arquitectura. Resulta que después de pasarnos un montón de años en eso a lo que indecentemente llaman “escuela” de Arquitectura, no voy a decir cuántos, después de mil escollos en el camino, estos son pocos si los comparas con los que te queda por encontrar en el mundo profesional, en el mundo real. Los conocéis, a saber, el colegio de arquitectos, los seguros profesionales, los promotores, los ayuntamientos y demás organismos oficiales con competencias… pero hay uno que me irrita especialmente, las OCT.

                Los responsables de todo siempre somos nosotros, eso por descontado, que la fuerza nos acompañe el día que tengamos un problema serio, mientras tanto imploremos a quien haya que hacerlo para que esto no ocurra. Pero siendo así me pregunto a santo de qué me tiene que decir el modo en que hay que hacer las cosas un técnico de una oficina de control técnico, cuya contratación se convierte en obligatoria en determinados casos, cuando ni el técnico ni la oficina de control van a asumir ningún tipo de responsabilidad, y más aun utilizando argumentos como “es un acuerdo al que hemos llegado con las compañías aseguradoras”. No se me ocurre una forma más descarada de ningunear y desacreditar a todo una profesión.

                Es la pescadilla que se muerde la cola. Después de terminar un proyecto, después de la lógica y lícita pelea con el promotor para llevarlo a buen puerto, llega la parte burocrática, también lícita, los controles a que debe ser sometido el proyecto para llevar a cabo la ejecución del mismo. Para eso está el visado colegial, el primer control que debe pasar todo proyecto, también obligatorio y también sin asumir dicho colegio ninguna responsabilidad, pero esto daría para otra reflexión, y para esto está el trámite de la licencia municipal en el ayuntamiento, cuando no es necesaria la intervención de algún otro organismo (diputación, Xunta, carreteras, costas, patrimonio…) y para eso hay una dirección facultativa, con un director de obra, un director de ejecución y un coordinador de seguridad y salud, que son los que sí asumen responsabilidades, y para eso están los ensayos que se deben realizar durante las distintas fases de la obra. Así que la pregunta es, en base a que está legitimada una oficina de control para controlar a la dirección facultativa, cuando se trata de una entidad privada y cuando no asume ningún tipo de responsabilidad, y aún más, si esto es así, por qué no hay una oficina de control técnico que controle a las oficinas de control técnico, vamos un trabalenguas.

                En definitiva hemos permitido que nos ninguneen, lo hemos permitido tantas veces que ya nos hemos acostumbrado, y están a punto de volver a hacerlo, el plan Bolonia… ¿También vamos a permitirlo esta vez?


Un espacio para trabajar

¡Ya estamos instalados!   

Partimos de un espacio vacío y había que hacer de él un espacio para cumplir una función, un estudio de Arquitectura. Teníamos muchos conceptos y muchas ideas de cómo debería ser e intentamos plasmarlas en el vacío existente, con las limitaciones impuestas por este. Se trata, como siempre, de convertir las limitaciones en virtudes.

Lo primero es lo que nosotros esperamos de un espacio para trabajar, para trabajar a gusto, como en casa, buscamos la comodidad, la calidez, un espacio agradable para estar, para proyectar.

El espacio nos impuso una primera limitación, el tamaño. Esto no impide que intentemos aplicar los conceptos que nosotros tenemos de cómo debe ser y como debe funcionar un lugar destinado a este uso. Entendemos un espacio de trabajo como algo totalmente abierto, en donde se mezclan las distintas funciones, como ocurre en nuestra labor diaria, todos trabajamos juntos, en equipo, debemos estar juntos para hacerlo, debemos aplicar principios que tienen que ver con la “transparencia”, la “flexibilidad”, el “trabajo en equipo”. Por esto hay un único espacio, así sería también si la limitación del tamaño no existiese. Es en este caso el tamaño el que nos obliga a la optimización del espacio, todo está en una misma sala (transparencia y trabajo en equipo); el mobiliario se diseña para resolver varias funciones al mismo tiempo, la estantería-almacén dispone de un gran panel corredero que oculta lo que no debe estar a la vista, y varía su profundidad para albergar impresoras y equipos de música, la mesa se dimensiona para recoger puestos de trabajo en número variable y se diseña para ocultar los equipos en su parte inferior, liberando espacio en la parte superior, en la que cobran protagonismo los monitores (flexibilidad).

El otro punto fundamental es que todo esto se resuelva de modo que el resultado sea un lugar cómodo, agradable, cálido… como en casa. Para ello optamos por la “simplicidad”, la búsqueda de líneas amables, lo menos recargado posible, pero sin caer en el error tan habitual en las oficinas actuales de crear un ambiente frío, de líneas rectas y de ausencia de color, de ausencia de calidez. Al contrario, el color aparece en el local como un elemento fundamental, partiendo de un color neutro en todo el espacio, en suelo, paredes y techo, el gris, con tonalidades diferentes, introducimos una pared de color, introducimos el contraste, el rojo, que servirá de fondo a las exposiciones temporales de nuestras fotografías. El color aparece además, sin ningún miedo y sin prejuicios, en la multitud de  elementos necesarios para el desarrollo de los proyectos, equipos, carpetas, archivadores, libros, cajoneras…

La misma idea de simplicidad y calidez la llevamos al terreno de la luz, resolviendo la iluminación principal con una lámpara longitudinal que proyecta la luz sobre la mesa y hacia el techo, liberando este de elementos innecesarios. Como apoyo una luz indirecta baña la pared destinada a exposición.


Tú primero

El mes pasado, o quizás la semana pasada, te compraste una camiseta y ahora ya no te gusta, o quizás te resulta incómoda. Pudo no ser una camiseta, pudo ser un pantalón, o un ambientador para el coche o una butaca para el salón. Habías pasado por un par de tiendas y elegiste el que más te gustaba, o te había gustado la que le viste al vecino del quinto en la reunión de tu comunidad. No importa mucho, ahora te das cuenta de lo que querías y lo cambias, solucionado.

Con una vivienda no es lo mismo. No se trata de si gusta una que ves cada mañana, en la tercera curva, de vuelta del “cole” de tu niña. Resulta que su dueño es carpintero, casado en segundas nupcias con una enfermera del Juan Canalejo (perdón del universitario), tiene cincuenta y tres años, una hernia de diato y es aficionado al aeromodelismo. Tú no tienes nada que ver con él, tú eres único, como todos los demás, y tu casa también debería serlo. Además esa casa que te gusta no sólo está hecha para quién la habita, no para ti, sino que está colocada en un “lugar”, en una parcela, que como tú, como tu casa, también es única, no hay otra igual.

Por eso, cuando te plantees hacer una vivienda, probablemente sea la única que te hagas en tu vida, si tienes suerte puede ser que hagas un par, comienza por pensar que no te estás comprando una camiseta, y que para empezar hay dos condicionantes de partida fundamentales: tú y tu parcela. Y si tienes dudas tú primero.

Tú primero por que, como he dicho tú eres único. Plantea cuales son tus necesidades, como vives y como quieres vivir, y aquí las posibilidades son infinitas, tantas como personas. Puedes ser tú o podéis ser vosotros, por supuesto, tú y los tuyos. Cuantos sois, cuantos queréis ser, os gusta cocinar, coméis en casa, o fuera, como quieres que se produzcan las relaciones entra las distintas estancias de la casa, cuantas estancias quieres que haya, te llevas el trabajo a casa, te gusta el cine, la lectura, el deporte, que deporte, te gusta el aire, el sol, comes fuera, fuera de la casa, en la finca, como quieres que se produzca la relación entra la casa y la finca, te gusta conducir. En fin, podría estar así durante horas, tú sabrás lo que te gusta, sólo tienes que intentar que tu casa se adapte a ello.

Y para conseguirlo entra en juego el segundo gran condicionante, tu “lugar”, tu finca, también única, y por lo tanto distinta a la del carpintero de la tercera curva. Cada finca tendrá sus condicionantes. La superficie, la forma, la pendiente, la orientación, el entorno, las vistas, la forma de acceder. Todo esto te va a condicionar, piensa sólo en la orientación, en el sol, y en como te va a influir, con todas las posibilidades que te aporta en función de la luz, de las distintas formas de luz que proporciona cada punto cardinal. Utilízalo, utiliza todos esos condicionantes y sácales partido para hacer de tu casa la casa que quieres.

Por eso cuando decidas construir tu casa no la busques en las de los demás, no dediques tu tiempo a buscar una que te guste para imitarla, no cabe la posibilidad de un catálogo de casas, si acaso puedes buscar un estilo, pero esto es sólo un asunto estético, formal, y eso viene después, cuando ya sabes exactamente lo que quieres, como quieres vivir.

Por eso una casa no es lo mismo que una camiseta.