Con el avance de la tecnología, ordenadores más potentes, programas de modelado y renderizado más realistas e intuitivos, en los últimos años el empleo de infografías ha suplido en parte a las tradicionales maquetas. Sin embargo a la hora de presentar un trabajo o durante la fase de diseño, la visión de los volúmenes que nos aporta una maqueta es muy superior a lo que podemos mostrar mediante infografías.
Partiendo de una representación gráfica, a alguien que no esté habituado a la lectura de planos le costará imaginarse el volumen y más si este es algo complejo, por el contrario, imaginar acabados es algo a lo que todos estamos más acostumbrados. Una maqueta ha de ser conceptual, representando los volúmenes proyectados y dejando el realismo para las infografías. El proceso de realización de una maqueta ha de ser rápido y sencillo, los ornamentos resultan innecesarios (ver artículo maqueta vivienda rústica publicado con anterioridad).
Es cierto que una buena infografía nos permite confeccionar un cartel de obra que sirva de reclamo para atraer al potencial comprador, no obstante, si este participa en la fase de proyecto, le será más útil una maqueta que le ayude a comprender mejor el diseño, evitando decepciones o incluso modificaciones durante la fase de obra.
Aunque no descartamos el empleo de infografías, más emparejadas con la labor comercial, durante el diseño y desarrollo del proyecto consideramos más útil tanto para el propietario como para el diseñador, el hábito de realizar maquetas esquemáticas, utilizando las representaciones realísticas de forma complementaria en casos puntuales.