Archivo por meses: enero 2009


Un espacio para trabajar

¡Ya estamos instalados!   

Partimos de un espacio vacío y había que hacer de él un espacio para cumplir una función, un estudio de Arquitectura. Teníamos muchos conceptos y muchas ideas de cómo debería ser e intentamos plasmarlas en el vacío existente, con las limitaciones impuestas por este. Se trata, como siempre, de convertir las limitaciones en virtudes.

Lo primero es lo que nosotros esperamos de un espacio para trabajar, para trabajar a gusto, como en casa, buscamos la comodidad, la calidez, un espacio agradable para estar, para proyectar.

El espacio nos impuso una primera limitación, el tamaño. Esto no impide que intentemos aplicar los conceptos que nosotros tenemos de cómo debe ser y como debe funcionar un lugar destinado a este uso. Entendemos un espacio de trabajo como algo totalmente abierto, en donde se mezclan las distintas funciones, como ocurre en nuestra labor diaria, todos trabajamos juntos, en equipo, debemos estar juntos para hacerlo, debemos aplicar principios que tienen que ver con la “transparencia”, la “flexibilidad”, el “trabajo en equipo”. Por esto hay un único espacio, así sería también si la limitación del tamaño no existiese. Es en este caso el tamaño el que nos obliga a la optimización del espacio, todo está en una misma sala (transparencia y trabajo en equipo); el mobiliario se diseña para resolver varias funciones al mismo tiempo, la estantería-almacén dispone de un gran panel corredero que oculta lo que no debe estar a la vista, y varía su profundidad para albergar impresoras y equipos de música, la mesa se dimensiona para recoger puestos de trabajo en número variable y se diseña para ocultar los equipos en su parte inferior, liberando espacio en la parte superior, en la que cobran protagonismo los monitores (flexibilidad).

El otro punto fundamental es que todo esto se resuelva de modo que el resultado sea un lugar cómodo, agradable, cálido… como en casa. Para ello optamos por la “simplicidad”, la búsqueda de líneas amables, lo menos recargado posible, pero sin caer en el error tan habitual en las oficinas actuales de crear un ambiente frío, de líneas rectas y de ausencia de color, de ausencia de calidez. Al contrario, el color aparece en el local como un elemento fundamental, partiendo de un color neutro en todo el espacio, en suelo, paredes y techo, el gris, con tonalidades diferentes, introducimos una pared de color, introducimos el contraste, el rojo, que servirá de fondo a las exposiciones temporales de nuestras fotografías. El color aparece además, sin ningún miedo y sin prejuicios, en la multitud de  elementos necesarios para el desarrollo de los proyectos, equipos, carpetas, archivadores, libros, cajoneras…

La misma idea de simplicidad y calidez la llevamos al terreno de la luz, resolviendo la iluminación principal con una lámpara longitudinal que proyecta la luz sobre la mesa y hacia el techo, liberando este de elementos innecesarios. Como apoyo una luz indirecta baña la pared destinada a exposición.


De como afrontan la crisis los colegios profesionales

Por desgracia para el sector, los colegios profesionales de un colectivo tan desunido como el nuestro, en lugar de preocuparse por defender los derechos y atribuciones de sus colegiados, se preocupan más por mantener su nivel de ingresos.

En una época como la actual, estas agrupaciones masónicas en lugar de reestructurar sus empresas y reducir gastos, no se les ocurre otra idea que incrementar las cuotas y tasas que les cobran a sus colegiados, en porcentajes 5 ó 10 veces superiores al IPC.

Coño, que gran idea!, teniendo en cuenta que estos últimos meses el volumen de encargos a reducido, vamos a cobrar los proyectos más caros para seguir ganando lo mismo. Es que están en todo.

Este año el regalo navideño colegial a venido algo escaso, pero al menos nos quedará la satisfacción de que ningún espabilado se beneficiará con los derechos de autor de una publicación realizada únicamente y exclusivamente para regalar a los colegiados por navidades.


Ecología, sostebinilidad, politiqueo o estupidez humana?

Hace no mucho, unos politiquillos de la Xunta de Galicia, quien sabe si después de zamparse el chuletón mientras se fumaban un purazo o en algún otro momento de inspiración, aprovechando que esto del ecologismo está de moda, discurrieron ideas brillantes que plasmaron en un decreto que denominaron “normas do hábitat galego”.
Este decreto, que sustituye al de “habitabilidad” fechado en noviembre de 1992, si bien lo actualiza acorde con los tiempos actuales, evitando entre otras cosas posibles especulaciones de promotores en detrimento de la calidad de vivienda, también incorpora una larga lista de puntos de discordia, entrometiéndose en el diseño arquitectónico de los técnicos, solapándose con el reciente CTE e incluso atreviéndose a legislar con ambigüedad al objeto de lograr la sostenibilidad ecológica de una vivienda.
Dicho decreto obliga a la depuración de las aguas grises procedentes de fregaderos, duchas, bañeras y lavabos para su reutilización en cisternas, lavadoras y grifos exteriores, que si bien aparentemente parece ser una medida de ahorro de agua, lo único que consigue es encarecer la vivienda en un momento de crisis en el sector.
Este sistema de tratamiento y reutilización de aguas grises se consigue mediante la incorporación en la vivienda de un equipo de depuración (tanque de tratamiento) y el duplicado de las redes de fontanería y saneamiento. Estos sistemas de depuración “caseros” no consiguen eliminar ciertas bacterias con lo que en el caso de instalar un sistema comunitario en un edificio de viviendas este virus infectaría los tanques y/o cisternas de todos los inodoros del edificio con el consiguiente peligro de infección. Considero un tanto irrisorio que en Galicia (clima tropical) se pretenda por decreto obligar a reutilizar las aguas grises en todos los edificios de vivienda, utilizando sistemas novedosos que no ofrecen todas las garantías sanitarias.
Con este “estudiado” sistema, el ciudadano ahorrará agua pero las facturas seguirán incorporando un consumo mínimo, curioso no?.
Mientras las grandes empresas siguen contaminando sin ningún reparo, pagando de vez en cuando alguna que otra sanción irrisoria, el trabajador que quiere una vivienda debe pagar el pato para que parezcamos una sociedad preocupada por sostenibilidad del planeta.
Desde luego, si se trata de ser distintos, con este decreto creo que lo conseguiremos.